Mons. Eduardo Boza Masvidal Diario Las Americas, 18 de febrero de 1996
La Iglesia en Cuba merece nuestro apoyoPor: Mons. Eduardo Boza Masvidal
En esta etapa dura que estamos viviendo en la que todos deberíamos dar el mas cálido apoyo a nuestra Iglesia en Cuba y mantener la mas estrecha unidad, me resulta profundamente doloroso ver la campaña que algunos sectores del exilio, ciertamente minoritarios pero con gran poder en los medios comunicación, hacen especialmente en Miami y New Jersey, contra nuestros obispos y especialmente contra nuestro Cardenal cubano, Mons. Jaime Ortega, haciéndose inconscientemente compañeros de ruta de los comunistas que deben estar muy contentos al ver que no están solos en su posición contra la jerarquía de la Iglesia.
La labor que esta haciendo nuestra Iglesia Católica en Cuba es extraordinaria a pesar de carecer de medios económicos y de trabajar con grandes limitaciones y en circunstancias muy adversas. Sin plegarse al gobierno, no cae en adulaciones para conseguir ventajas. No promueve la violencia, pero si mantiene posiciones fuertemente criticas cuando es necesario.
Baste recordar la
Carta Pastoral "El Amor todo lo espera" y otros documentos del episcopado y los artículos de Mons. Jaime Ortega en el
Boletin del Arzobispado de La Habana, Aquí, la Iglesia" sobre las Brigadas de Acción Rápida, sobre el crimen del remolcador 13 de Marzo, y muchos otros. La Iglesia tiene que llamar a superar los odios y las venganzas, como es obligación de todo cristiano porque son fuerzas destructoras que no nos llevarían nunca a la libertad ni a la paz. El odio sirve para destruir pero solo el amor construye.
El pueblo que esta dentro de Cuba se siente interpretado por la Iglesia, como lo demostró cuando recibió con masivo apoyo la Carta "El amor todo lo espera", y como lo sigue demostrando también con el gran acercamiento a los templos y a los sacerdotes, con la gran cantidad de jóvenes que piden el bautismo, con el magno recibimiento que hicieron al Cardenal Ortega cuando regreso de su investidura en Roma, y en mil otras ocasiones.
Ellos saben que la Iglesia esta con el pueblo, que los ama, que los defiende, que promueve la vigencia de los valores morales y espirituales que el comunismo destruye, que hace cuanto puede para promover los derechos humanos, y que aun en el orden material hace lo indecible a través de las Caritas Nacional y Diocesanas para conseguirles medicinas, alimentos, ayuda a los minusvalidos, a los ancianos, en fin, muchas cosas que seria largo enumerar, pero sobre lo cual podrían contarse testimonios muy hermosos y hasta heroicos.
Como cubano y como obispo, yo quiero invitar fraternalmente a todos a una sincera reflexión. Todos los que queremos una Cuba libre y justa hemos de estar unidos, y yo les aseguro que los obispos de Cuba y personalmente el Cardenal Ortega, lo quieren mas que nadie. Tenemos que aprender a respetar las opciones y los criterios de cada uno sobre como llegar a esa meta. No tenemos derecho a ofender ni a tachar a nadie de traidor porque no piense exactamente como nosotros, no podemos suponer calumniosamente que favorezca la continuación del marxismo.
Nadie puede arrogarse el monopolio del amar a Cuba ni del acierto en los mejores caminos para su libertad. La mayoría del pueblo dentro de Cuba y quizás también la mayoría del exilio piensa que se debe llegar; esa libertad por un cambio pacifico, y por ello luchan los grupos disidentes en Cuba.
Tampoco hemos de interpretar mal las palabras. La palabra "reconciliación" tiene un hondo contenido cristiano, y la necesitamos muchos: reconciliación con Dios, con nosotros mismos y con los demás.
Amenazando con allanar casas y cortar cabezas no vamos a lograr la libertad de Cuba, solo haremos que los pocos que por convicción estén con el régimen y los muchos que lo están solo en apariencia por la necesidad de sobrevivir, se afiancen mas en su posición porque en ello les va la vida.
Tenemos que hacer llegar a nuestros hermanos de Cuba un mensaje positivo y que no tienen que temer a un cambio porque lo que se busca no es echarlos de sus casas ni acabar con ellos, sino construir una Cuba "con todos y para todos". Ese es el mensaje que daban José Marti y Maximo Gomez a los españoles en el Manifiesto de Montecristi. Unidos es como somos fuertes.
Es un llamado que hago a todos pensando en el bien de la patria que sufre y con el más sincero deseo de abrir horizontes de esperanzas. Ojala que no caiga en el vació.
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