El capítulo final
John Suarez
Fidel Castro celebró el quincuagésimo aniversario de un acto de violencia que condujo al establecimiento de su régimen en Cuba con discursos, marchas, y fiestas. El cincuenta aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue conmemorado en Cuba con las golpeaduras y los arrestos de activistas. Hace 55 años que la delegación cubana, representando una república democrática y constitucional, escribió el primer borrador de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Reconocieron que este documento hubiera sido 'aceptado por ese espíritu generoso que fue el Apóstol de nuestra independencia, José Martí, el héroe que --mientras convirtió su patria en nación-- nos dio para siempre esta generosa regla: 'Con todos y para el bien de todos' ''.
Esta república había abolido la Enmienda Platt, proveído una jornada laboral diaria de ocho horas, el derecho a la huelga, autonomía universitaria y tenía un espacio público con un gran número de periódicos y estaciones de radio con puntos de vista políticos e ideológicos diversos.
El 10 de marzo de 1952 Fulgencio Batista destruyó el orden constitucional e hirió la república, estableciendo una dictadura. El pueblo cubano, escandalizado ante tal asalto a la joven república,
sucumbió al encanto del carismático y capaz joven abogado que prometía el retorno a la democracia y el constitucionalismo a punta de pistola. El 1 de enero de 1959 arribó al poder y ha permanecido ahí desde entonces. ¿Y qué sucedió con los valores de José Martí, con los hombres que redactaron el primer borrador de la Declaración, y ésos que de buena fe usaron la violencia para efectuar cambios democráticos? No les fue bien.
Un ejemplo, entre muchos, es el de Mario Chanes de Armas. Mario Chanes de Armas es uno de los fundadores del Movimiento 26 de Julio y junto a Castro sobrevivió el ataque al Moncada. Ambos, Mario y Fidel Castro, sobrevivientes de ese ataque, sirvieron juntos una sentencia en prisión por dos años, se entrenaron en México, regresaron a Cuba en el yate Granma, e incluso, Mario llegó a encontrarse en la ciudad de La Habana para el recibimiento a Castro el 8 de enero de 1959. Mario pudo haber obtenido cualquier puesto en el nuevo régimen, pero optó por regresar a su viejo trabajo en una cervecería. Por dos años observó a Fidel Castro traicionar el movimiento. Finalmente, se declaró en contra de la creciente influencia comunista en el nuevo régimen. Fue enjuiciado como ''contrarrevolucionario'' y el 17 de julio de 1961 sentenciado a treinta años en prisión. Después de pasar seis años en solitario, fue liberado treinta años más tarde.
Los hombres y mujeres que combatieron a la dictadura de Batista encontraron que lo que ellos esperaban fuera un renacimiento de la república cubana se convirtió en la pesadilla de otra dictadura. Desde la resistencia urbana a las montañas del Escambray, ellos combatieron con coraje durante seis años, con las bajas en ambos lados siendo más altas que entre 1952-1959. Al final de este período, la oposición se encontraba exiliada, dentro de prisiones o sepultada en cementerios, víctima de los paredones de fusilamiento.
Sin embargo, dentro de las prisiones se forjó el movimiento de derechos humanos en Cuba. Un movimiento que reconoció el poder de la resistencia cívica, tal como fue ejecutada por Martin Luther King Jr., al practicarla en las prisiones, y valorar en ella una manera de movilizar a la aterrada población cubana. Este movimiento emergió de las cárceles y creció llegando a ser un movimiento de lucha cívica a nivel nacional que reta el monopolio de la dictadura con el poder político. Tiene como sus medios y fines una lucha cívica no violenta, que educa a ciudadanos, reconstruyendo una cultura democrática atrofiada por el largo tiempo en desuso y que reclama derechos humanos, rehúsa el cooperar con las injusticias y reta la autoridad de la dictadura para reprimir al pueblo cubano. El movimiento deja al descubierto las contradicciones internas de la dictadura comunista al demandar a esa misma dictadura que respete los aspectos democráticos de su propia constitución que nunca pretendió implementar.
El régimen se enfrenta a dos opciones: arriesgar una apertura política, algo que no desea considerar porque sabe no lo sobreviviría, o violar sus propias leyes y dejar al descubierto sus acciones fuera de la ley. La ola de represión ha expuesto la debilidad de la dictadura. Oswaldo Payá describe: ''Lo que vemos, con estos arrestos, es el capítulo final de este sistema''. Laurent Fabius, socialista francés prominente y anterior primer ministro bajo François Mitterrand, se preocupa de que los ''americanos tienen un interés en ser los únicos opositores del régimen de Castro porque tendrán mayor acceso a los recursos de la isla cuando caiga el régimen'', e indica
que el último capítulo del castrismo puede ser más corto de lo que nos imaginamos.
http://www.miami.com/mld/
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