No tangible results with Raul Castro's so-called "reforms"
Elections In Cuba: The Dictatorship Lives On
Over
the past few weeks, the international press has been all eager to
inform the world that, for the first time in the history of Cuba (after
the Revolution), two candidates of the opposition, Hildebrando Chaviano
and Yuniel Lopez, stood as candidates in the election of delegates to
the Municipal Assemblies of People’s Power held on April 19. Recent thaw
in relations with the United States has brought Cuba into spotlight and
potential changes in the island’s governance toward a more democratic
model certainly seem very appealing to foreign governments and investors
from all over the world.
However,
People in Need would like to draw attention to the Cuban electoral
system, which hasn’t changed: it continues to be a hollow mechanism
whose sole purpose is to ensure continuity of the one-party system.
Despite the fact that every two years and a half there are elections
with new candidates, we mustn’t forget that the elected delegates are at
the lowest level of the strongly hierarchical system of government. As
such, they are obliged to comply with the directives from the upper
echelons of power.
There’s
no denying that any citizen can propose a candidate for a delegate to
any of the Municipal Assemblies of People’s Power in Cuba. Elected
delegates then choose the Presidents of People’s Council and these, in
turn, elect the Chairman of the Municipal Administration, who must be a
member of the Communist Party of Cuba and whose decisions are governed
by the Municipal Secretary of the Communist Party. However, none of the
candidates elected to posts at any of the levels will be able to defend
any social or economic political program: they are all supposed to work
in concert to implement the directives approved by the Communist Party,
which is, in contrary to the principle of popular sovereignty, the
actual governing power in Cuba under Article 5 of the Cuban
Constitution.
On
the other hand, it’s clear that two opposition candidates (both
standing for election in Havana) in the mass of over 27,000 official
candidates for delegates cannot, by any means, be thought to represent
the Cuban society as a whole and its desires. Rather, they can be seen
as a minor concession – an attempt to try to improve the semblance of an
electoral system in which citizens’ votes lack real value. In addition,
when the CVs of the candidates were published on April 1, 2015, those
of Chaviano and Lopez contained information that the two men were
related to “counter-revolutionary” groups. Although the Municipal
Electoral Commission had previously warned them that this word will
appear in their CVs, it wasn’t able to explain what the term
“counter-revolutionary” meant.
Another
interesting factor in the context of Cuban elections is that citizens
vote for CVs, not for political projects. They give their votes to
candidates judging on their merits, not on what they intend to do for
the community. Thus, the act of voting in Cuba is not an entitlement to
choose, but an obligation to participate in elections, which are a way
of keeping the system going. Cuban citizens have become used to the fact
that their vote has no real impact and that it cannot contribute to any
kind of change. Some of them have even lost their fear and refused to
go to the polls.
As
far as the opposition is concerned, many of its members decline to
participate in the elections because they see them as a way of
legitimization of the regime. Then there are others, such as members of
the platform known as “Candidatos por el Cambio” (“Candidates for
Change”), which seeks to promote democracy from below – from the basic
structures of State administration. These, on the other hand, believe
that the 400 votes Chaviano and Lopez obtained are like 400 blows given
to Raul Castro’s dictatorship, even though they didn’t win in the end.
In
any case, so far there haven’t been any tangible results with regard to
the reform of the electoral law. We should bear in mind that if a new
electoral law is introduced one day, the change it will produce will be
totally inadequate because free elections are impossible without freedom
of expression, association and the press, which Cuba still lacks.
Citizens can never be able to freely vote in a country where members of
the Ladies in White movement continue to be assaulted every Sunday when
marching to the Mass, a country where the graffiti artist El Sexto
remains in jail for having tried to do an artistic performance, a
country listed by the Committee to Protect Journalists as the 10th most
censored state in the world.
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Graffiti artist El Sexto remains jailed in Cuba |
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People in Need - Human Rights and Democracy
Elecciones en Cuba: la pervivencia de la dictadura
La
prensa internacional se ha volcado durante la últimas semanas en
mostrar al mundo cómo por primera vez en la historia de Cuba (después de
la Revolución) dos candidatos de la Oposición, Hildebrando Chaviano y
Yuniel López, se presentaban a las elecciones de delegados a las
Asambleas Municipales del Poder Popular que tuvieron lugar el pasado 19
de abril. El comienzo del deshielo entre Cuba y EEUU ha puesto a la isla
en el punto de mira, y la idea de que Cuba está cambiando hacia un
modelo de gobierno más democrático es muy atractiva para gobiernos
extranjeros e inversores de todo el mundo.
Sin
embargo, desde People in Need queremos llamar la atención sobre el
sistema electoral cubano, que continúa siendo un mecanismo hueco con el
único objetivo de asegurar la continuidad del partido único. Aunque
nuevos delegados sean propuestos y votados cada dos años y medio, no son
más que la base de un sistema fuertemente jerarquizado, y están
obligados a cumplir las directrices que les llegan desde las altas
esferas del poder.
En
Cuba, es cierto, existe la posibilidad de proponer a cualquier
ciudadano como delegado de una Asamblea Municipal del Poder Popular. Los
delegados que ganan eligen a los Presidentes de Consejo Popular y estos
a su vez al Presidente del Consejo de la Administración Municipal, este
ya miembro del Partido Comunista de Cuba (PCC), cuyas decisiones están
subordinadas al Secretario Municipal del PCC. Sin embargo, ninguno de
los elegidos a los distintos niveles defenderá ningún programa político
económico y social, pues se supone que todos van a trabajar para aplicar
los Lineamientos aprobados por el PCC, que es el que dirige la nación
por encima de toda soberanía popular,según el artículo 5 de la
Constitución de Cuba.
Por
otro lado, dos candidatos de la oposición (ambos en La Habana), entre
más de 27.000 candidatos a delegados, no puede suponer en ningún caso
una cifra representativa de la sociedad cubana y sus deseos, sino más
bien una cuota marginal para intentar “lavar la cara” de un sistema
donde el voto de los ciudadanos carece de valor real. Además, el 1 de
abril de 2015, cuando se colgaron las biografías de los candidatos, en
las de Chaviano y López se especificaba que estaban relacionados con
grupos “contrarrevolucionarios”. La Comisión Electoral Municipal había
avisado previamente a los dos candidatos de que esta palabra iría en sus
biografías, pero no supieron explicarles qué significaba el término
“contrarrevolucionario”.
Otro
factor interesante de las elecciones cubanas es que los ciudadanos
votan biografías, no proyectos políticos; votan a una persona según sus
méritos, y no por lo que tenga pensado hacer por la comunidad. Así, el
acto de votar en Cuba no responde al derecho de elegir, sino a la
obligación de participar para mantener el sistema, y los ciudadanos
cubanos ya están acostumbrados a que su voto no tenga ninguna
repercusión real ni pueda generar algún tipo de cambio. Por eso, algunos
de los que van perdiendo el miedo dejan de votar.
Respecto
a los opositores, muchos se niegan a participar de las elecciones
porque las ven como una forma de legitimar el sistema. Otros, por el
contrario, como los Candidatos por el Cambio, plataforma que busca
promover la democracia desde las estructuras de base del Estado Cubano,
afirman que aunque esta vez Chaviano y López hayan perdido, los 400
votos que recibieron son 400 golpes a la dictadura de Raúl Castro.
En
todo caso, tenemos que ser muy conscientes de que por mucho que el
gobierno cambie la Ley Electoral, sería un cambio del todo insuficiente.
Sin libertad de expresión, de asociación y de prensa, como no las hay
en Cuba, no es posible que haya unas elecciones libres: no es posible
que voten con libertad los ciudadanos de un país donde las Damas de
Blanco siguen siendo agredidas cada domingo al desfilar hacia misa y
donde el grafitero El Sexto sigue en la cárcel por intentar hacer una
performance; un país que es considerado por el Comité para la Protección
de Periodistas como el el décimo país con más censura del mundo.